En este edifico Renacentista destaca su escalera de piedra que lleva a la primera planta, donde está la Capilla que ya no guarda el trazo de la que hubo en un primer momento.
Antes de llegar a la capilla se ha de atravesar el pasillo, amplio, con ventanas que dan al patio y al huerto, y las dependencias de las religiosas.
El patio es el que mejor refleja el transcurrir del tiempo. Aun no estando restaurado, da fe de su antigüedad por las cuatro columnas toscanas que destacan en tan reducidas dimensiones. Una fuente de piedra en el centro es el único adorno que aún pervive.
Desde el huerto se divisa la fachada principal de la Iglesia Parroquial de San Sebastián del siglo XVIII, construida sobre otra del siglo XVI, que bien pudiera estar costeada por la ya creada, en ese momento, Encomienda Santiaguista.
En los muros de piedra que rodean el huerto, a modo de pequeña gruta, se encuentra una figura de la imagen de la Inmaculada, a la que las religiosas guardan un gran fervor y que ya estaba cuando ellas llegaron hace más de veinte años.
En el Catastro del Marqués de Ensenada (mitad del s. XVIII) se nombra a este edificio como uno de los tres más importantes de Ricote: La Casa Llamas, La Iglesia de San Sebastián y la Casa de la Encomienda. En él también dice que linda a la derecha con la casa de los Sánchez Buendía y a la izquierda con los herederos de Domingo Candel.