Historia
De su origen islámico a posesión de los Fajardo
La Alhama islámica alcanzó su apogeo a comienzos del siglo XIII, en un periodo de gran auge demográfico en todo el sureste peninsular. En aquella época el núcleo fortificado se disponía como un hisn que controlaba buena parte del territorio circundante, convirtiéndose en el centro administrativo de diversas alquerías que salpicarían los campos cercanos. Por aquel entonces la fortificación de la villa musulmana habría de estar plenamente consolidada.
Con la incorporación del Reino de Murcia a la Corona de Castilla en 1243, la fortificación, como consecuencia del Tratado de Alcaraz, pasó a las manos de un noble castellano, Juan García de Villamayor. A partir de ese momento, la fortaleza adquiririó todo su protagonismo en su entorno, pues con la articulación del Reino en un espacio fronterizo con campos despoblados, Alhama quedó como un importante enclave estratégico y militar en el gran corredor del sureste, entre Granada y el sureste cristiano.
En el último tercio del siglo XIV la Villa de Alhama fue integrada en los señoríos de la familia Fajardo, un claro ejemplo en el Reino de Murcia de la pujanza de la nueva nobleza que emergía tras la entronización de los Trastámara en la Corona castellana. El castillo se convirtió entonces en una fortaleza señorial de un linaje que, a lo largo del siglo siguiente, controlaría directamente a través de sus señoríos, o a través de unas tupidas redes clientelares, de manera práctica todo el Reino. Los señores de Alhama, Adelantados Mayores del Reino de Murcia, se convirtieron en el siglo XVI en marqueses de Los Vélez y en Grandes de España, entroncando finalmente con la más alta nobleza de Castilla.
Decadencia y recuperación
Sin embargo, conforme avanzaba la Edad Moderna, el castillo de Alhama fue perdiendo importancia militar de manera paulatina, principalmente tras diversos hechos que apuntaban a la disolución del carácter bélico del Reino de Murcia, como el fin de la última rebelión de los moriscos (1569-71) y la definitiva expulsión de la población de origen musulmán a comienzos del XVII.
La fortaleza perdía su razón de ser y fue abandonada. Y con su abandono llegaba la ruina.
Recientemente buena parte del conjunto ha sido objeto de una importante intervención enfocada a la consolidación de los restos existentes y excavación de ciertas áreas, que ha dado luz sobre diversos aspectos antes desconocidos de la fortaleza, y ha conseguido la rehabilitación de algunas zonas cuyo estado de conservación no era el deseable.
Dominio de los Fajardo
La obra tiene orígenes islámicos, pues ya es citada, bajo el nombre de castillo del baño termal, por el geógrafo musulmán al-Idrisi hacia el siglo XII. Sí es más conocido su protagonismo sobre el territorio que controlaba durante toda la Baja Edad Media. En los años finales del siglo XIV, la villa y su fortaleza pasó al dominio señorial de los Fajardo, una familia que, desde el cargo de Adelantados Mayores del Reino de Murcia, alcanzarían la cúspide de la estructura social del sureste castellano. Señores también de la cercana Librilla y controladores, a través de diversos lazos clientelares y familiares, de la vecina encomienda santiaguista de Aledo, ejercían una total hegemonía sobre todo el valle del Sangonera, a medio camino entre Lorca y Murcia.
Conforme fue perdiendo importancia militar, hacia el siglo XVII, el castillo fue abandonado, y algunas partes fueron demolidas para la obtención de salitre. No obstante, y gracias a la reciente restauración de algunas de sus edificaciones, hoy se encuentra en un relativo buen estado de conservación, pudiendo admirarse muy buena parte de las estructuras arquitectónicas que formaron la fortaleza de Alhama, declarada Bien de Interés Cultural por la Disposición Adicional Segunda de la Ley 16/1985, de 25 de junio del Patrimonio Histórico Español.