Aunque la cerámica hallada en las excavaciones del yacimiento y de su entorno indica un poblamiento en época ibérica, la primera fase de la villa de Los Torrejones es de época romana, en concreto en torno a los siglos I y II d.C.
El estudio de las estructuras conservadas ha permitido a los arqueólogos definir varias fases constructivas en la villa, pudiendose fechar cada una de ellas no sólo por la técnica constructiva empleada, también por el material que aparece asociado a ella. De este modo se produjo una remodelación de los espacios de la villa a finales del siglo II o inicios del III d.C. Más tarde, durante el siglo IV, se realiza una nueva reforma; construyeron un pórtico, añadido al cuerpo principal de la villa y pavimentaron uno de los suelos de las termas con un mosaico.
El establecimiento rural de Los Torrejones continuó en uso aún con la desintegración del Imperio Romano; la cerámica hallada documenta la utilización de la villa durante los siglos V y VI d.C, periodo en el que además se debió realizar alguna transformación parcial más, ya que durante los trabajos de excavación se halló un capitel, que remataba la parte superior de las columnas y servía como descarga de arcos y bóvedas, fechado en el siglo VI d.C.
A partir del siglo V d.C el Imperio Romano sufría una grave crisis; las diferentes invasiones de pueblos bárbaros, culminarían con la desintegración del imperio en numerosos reinos. En el caso de la península ibérica, la sucesivas invasiones de pueblos germanos, norafricanos y bizantinos, dieron lugar a un largo período de inestabilidad que, en el caso de Los Torrejones, provoca su abandono.
Se inicia así un largo período, desde el siglo VI hasta, aproximadamente, los siglos X-XII, entre los cuales la arqueología no ha podido arrojar luz, existiendo un vacío temporal de más de 400 años aún sin resolver.