Lugar milagrero por excelencia, es admirado y respetado por todos los visitantes que llegan a su puerta. Sus paisajes y construcciones incitan a la devoción, a la meditación y al sosiego, en un ambiente propicio para alcanzar la paz espiritual.
La primera construcción de la que tenemos noticia en la zona data de 1450 y se sitúa en la llamada Santa Ana la Vieja, junto a la fuente, en un lugar donde, según la tradición y siguiendo a Lorenzo Guardiola, apareció la imagen de la abuela de Cristo. También el mismo autor opina que debido a los daños ocasionados por el agua de la lluvia, se tuvo que trasladar al actual emplazamiento aprovechando, igualmente, otro afloramiento de agua, la Fuente de la Jarra.
Este nuevo convento se abrió al culto en 1573, encuadrado dentro de la provincia franciscana de San Juan Bautista. Sus moradores son franciscanos descalzos de la Ordo Fratrum Minorum (OFM), también llamados alcantarinos por las reformas de San Pedro de Alcántara (1557).
El convento en su conjunto consta de la Iglesia, en cuyo interior llama la atención la Capilla del Cristo de la Columna y el Retablo del Altar Mayor y también el Museo, el Convento propiamente dicho, el Hospicio y los huertos, habiendo existido durante muchos años un Noviciado.
Fuente: Antonio Verdú, cronista de Jumilla