Nombre: Capilla de Junterones

– Emplazamiento: Catedral de Murcia

– Cronología: Siglo XVI

– Autores: Jacobo Florentino, Jerónimo Quijano, Juan Pérez de Artá y Cristóbal de Salazar

– Soporte: Piedra y mármol

     Ésta es una de las capillas más llamativas del edificio catedralicio y, junto a la Capilla de los Vélez, cuenta con una de las arquitecturas interiores más destacadas del siglo XVI. Como toda capilla, su origen se encuentra en la necesidad de habilitar espacios de enterramiento para personajes notables o familias nobles de gran prestigio. Esta capilla se construyó bajo el patrocinio de Gil Rodríguez de Junterón, protonotario apostólico del Papa Julio II y arcediano de Lorca, uno de los títulos que podían ostentar miembros del Cabildo Catedralicio. En el exterior se puede leer una inscripción "DEJUNTERON ES", de ahí que, popularmente, ha sido siempre conocida como Capilla de Junterones. Debemos recordar que fue Rodríguez de Junterón quien trajo desde Roma los sarcófagos del siglo III, que fueron recuperados de las criptas y que hoy día se pueden apreciar en el Museo Catedralicio, el conocido como de 'Las Musas', estaba destinado a su propio enterramiento.

     Las obras de la capilla de Junterón se iniciaron en 1525 y, por aquel entonces, el maestro de la catedral era Jacobo Florentino. Pero en 1541 las obras continuaban y el maestro de la catedral era Jerónimo Quijano, artista también de grandes influencias italianas como sus predecesores, pero con notables diferencias que respondían, al mismo tiempo, a nuevos estilismos. Se baraja la posibilidad de que Junterón encargara en Italia el plano de la capilla y que los maestros catedralicios se limitaran a llevarla a cabo, pero no hay pruebas documentales que puedan certificar esta posibilidad y, en cualquier caso, el estilo de Quijano está muy próximo al estilismo de esta capilla. En el plano arquitectónico, la capilla muestra dos ámbitos definidos por sus techumbres. La entrada es sencilla y muy clásica, un arco de medio punto sostenido por arquitrabe y columnas corintias que, curiosamente, no enseñan su lado frontal al espectador, sino su perfil. El primer ámbito está cubierto con una cúpula sobre cuatro pechinas y arcos decorados con veneras, todo en una talla sobria y clásica. Pero tras este primer ámbito y, tras cruzar una columnata que establece el límite entre el altar y la entrada, nos encontramos el que se desarrolla en torno al altar de la capilla, dedicado a la Adoración de los Pastores en un bajorrelieve sobre mármol que llegó a atribuirse a Sansovino, pero que es del maestro Quijano.

     Alrededor del altar evolucionan los elementos más destacables de la capilla. La cubierta es una bóveda elíptica formada con segmentos de una abigarrada ornamentación de candelieri y grutescos en los que aparecen con frecuencia, incluso, imágenes demoniacas. En el centro de esta bóveda se abre un óculo rodeado de una guirnalda de flores y frutos muy parecida a las que se encuentran en la cúpula de la sacristía de la Catedral. Los paños de la bóveda están compuestos de columnas en las que se intercalan pequeños nichos que dan cobijo a 14 figuras escultóricas realizadas en 1594 por Juan Pérez de Artá y Cristóbal de Salazar. Las figuras corresponden a seis sibilas y los profetas Juan 'Bautista' e Isaías, que quedan ya flanqueando la Adoración del altar. La sibila es una figura mitológica de la Antigüedad, que fue retomada en el Renacimiento, siendo frecuente su representación incluso en temas sagrados ya que se asociaban a la profecía y solían representarse, muchas veces, junto a los profetas bíblicos. El neoplatonismo, cuyas ideas enraizaron en muchos artistas renacentistas italianos, es en parte responsable de esta mezcla de herencias culturales; el cristianismo no debía sustraerse a la herencia grecolatina y la hace a ésta partícipe de la revelación cristiana. La pared del altar que cubre esta curiosa bóveda muestra también, como la entrada, un arco de medio punto en cuya luz queda una curiosa representación del mundo angélico, un altorrelieve de ángeles que parecen sumarse al acontecimiento que se sucede por debajo de ellos, la Adoración de Jesús por los ángeles. El suelo de la capilla está cubierto con cerámica vidriada y las correspondientes placas de mármol que cierran la cripta y entre las que se pueden leer la sentencia: "AQUÍ VIENE A PARAR LA VIDA".



Fuentes

Visita a la Catedral de Murcia, Faustino Fernández Molina. Murcia, 2008.