La fortaleza de Caravaca, también conocida como Real Alcázar o Santuario de la Vera Cruz, se encuentra situada en pleno centro urbano de esta población del noroeste murciano, sobre un altozano que caracteriza a la ciudad y sobre el que, desde antiguo, se dominaron los campos circundantes regados por el río Argos, y se controlaban importantes vías de comunicación que conectaron el interior de la Península Ibérica con las costas mediterráneas. Hoy, el interior de la antigua fortificación alberga el Santuario de la Vera Cruz, excelente ejemplo del barroco español y uno de los grandes centros de peregrinación de la cristiandad.
Los accesos al monumento están preparados para recibir vehículos hasta la misma puerta del templo, precisamente gracias al carácter religioso del alcázar, que está preparado para recibir miles de fieles en peregrinación.
Orígenes históricos del castillo
Los orígenes de esta fortaleza hay que situarlos en época islámica. Entre los siglos XII-XIII, el autor árabe al-Yacut señala la existencia del hisn de Caravaca: un punto fortificado que centralizaba el control de los campos circundantes y la defensa de la población rural y sus ganados y pertenencias. Sin embargo, lo que marcaría su carácter posterior fue el establecimiento, tras la reconquista del reino de Murcia durante la segunda mitad del XIII, de la bailía templaria, en cuya jurisdicción también iban a comprender las localidades y términos de Cehegín y Bullas. Un espacio señorial que, a partir de 1344 quedaría vinculado a la Orden de Santiago.
Actualmente, la fortaleza se encuentra muy transformada, como fruto del devenir de la historia y como consecuencia de su conversión en un importante centro sacro. No obstante, aún posee el carácter bélico que le dan los lienzos de murallas jalonados de torreones cúbicos y algunos de planta redonda.
Todo el conjunto del alcázar-santuario está declarado Bien de Interés Cultural por la Disposición Adicional Segunda de la Ley 16/1985, de 25 de junio del Patrimonio Histórico Español.