Entrada a la Domus | Cubícula | Triclinium | Tablinum | La Calzada

La Casa de la Fortuna. representa la única muestra de una domus completa del siglo I d. C. de la antigua ciudad de Carthago Nova. Es  denominada así por una inscripción (“Fortuna propitia”)  conservada en el pavimento del atrio que puede interpretarse como un saludo de bienvenida .Su gran interés radica no sólo en que se conservan los ejes viarios romanos que la enmarcan sino también, y especialmente, en la propia estructura de la vivienda, organizada en torno a un atrio que sirve de vestíbulo y de distribuidor a otros espacios ricamente decorados con mosaicos y pinturas murales, entre los que cabe destacar el triclinium o comedor de la casa y el tablinium o sala de recepción del dueño de la vivienda.

De esta estancia ha llegado hasta nosotros parte de su pintura mural compuesta por un zócalo negro y una pared media con paneles rojos e interpaneles decorados con elementos figurados entre los que destacan cisnes, pájaros y candelabros vegetales.

Debido a la peculiar orografía de la zona, la distribución de las estancias no es exactamente igual a las casas romanas. A través de la puerta principal  se accede directamente al atrio. El atrio de tipo testudinado o cubierto quedó configurado como la estancia más amplia de la vivienda, funcionando como espacio centralizador y distribuidor hacia los diferentes ambientes que conformaban el conjunto doméstico, al tiempo que actuaba como una gran sala de recepción. Desde éste se accedía a dos pequeños cubicula o salas dormitorio y un ala lateral que permitía la comunicación con un área destinada a los servicios internos de la vivienda donde pudieron encontrase la cocina y la letrina. Al norte del atrio quedaban ubicados los dos ambientes más lujosos del edificio, un triclinium y el tablinum, pavimentados con suelos de opus signinum decorados con teselas con motivos geométricos.

Cabe destacar la presencia de un pequeño espacio de planta cuadrangular interpretado como un lugar destinado al culto familiar y que aparece vinculado al tablinum, reforzando de este modo la importancia de esta estancia como lugar de representación del status social de su propietario. A lo largo de los años en que fue habitada, la casa fue objeto de diversas reformas que cambiaron la fisonomía original de su estructura. Tal vez una de las transformaciones más llamativas fuera la apertura de un segundo acceso que funcionó como puerta de servicio y que ha sido interpretado como puerta secundaria o posticum de la vivienda con salida a otra calle posterior.

Entrada a la Domus

El acceso se realizaba a través de una puerta principal denominada “Ianua” por la creencia de que el dios Jano era el protector de los muertos que vigilaba tanto las entradas como las salidas, motivo por el que se le representa con doble cara. El umbral y los dos pilares laterales están realizados en caliza gris de la comarca de Cartagena y en ellos se pueden ver los quicios y lugares donde se situaban las bisagras y anclajes de la puerta que tendría dos hojas y abriría hacia el interior.

La fachada de la domus está construida con piedra de los cerros volcánicos cercanos a la ciudad, conocida como andesita. Los sillares, muy bien encuadrados, dan lugar al tipo de construcción denominado opus vittatum. En la parte alta de la fachada se situarían ventanas cerradas con cristales planos, de los cuales se han hallado algunos restos en las excavaciones.

El Atrio

El atrio es una de las partes más características de las viviendas romanas. Sirve de entrada además de vestíbulo y distribuidor de espacios. Es un lugar de congregación y de espera y tiene también la función de servir de antesala para el tránsito a los espacios internos y privados de la vivienda.

También desempeña la función de espacio de representación, por ello suele presentar una profusa decoración, tanto en forma de mosaicos como de pinturas murales.

Fortuna propitia

Esta inscripción latina cuya traducción podría establecerse como “Buena suerte” ha servido para darle a la vivienda el nombre de Domus de la Fortuna. Este saludo de bienvenida formaba parte de la decoración del pavimento del vestíbulo de entrada a la casa.

Cubícula

En la zona sur de la casa existen tres pequeñas estancias identificadas como cúbicula o dormitorios. El más ricamente ornamentado podría ser también un ala o zona de tránsito entre el atrio y el posible hortus o jardín de la vivienda que fue posteriormente modificado y adaptado a la citada funcionalidad.

El pavimento de la habitación presenta señales de haberse encendido fuegos sobre él, posiblemente por población marginal que utilizó la casa para guarecerse cuando ya se encontraba abandonada. Las otras dos estancias presentan pavimentos sin decorar y también señales de hogueras sobre ellos.

Las otras dos dependencias se adosan a ésta en un momento de reordenación de sus espacios, aunque en la fase inicial fueron probablemente un hortus o jardín, dependencias que solían situarse en la parte trasera de la vivienda y vinculadas directamente con la entrada posterior.

Triclinium

El triclinium era la sala destinada a la celebración de banquetes. En ella se disponían los lectus o lechos sobre los que comían los romanos. Los divanes se colocaban alrededor de un espacio central donde se ubicaba la mesa. Al tratarse de una de las dependencias más importantes de la casa se hallaba lujosamente ornamentada con las pavimentos de mortero decorado (opus signirum) y pinturas al fresco en sus paredes y techo.

En lo que se refiere a la pintura, se ha podido constatar que el techo estaba decorado con guirnaldas y plumas de pavo real que encerraban cabezas humanas y las paredes con unos zócales que imitaban mármol veteado y sobre los que se situaban unas cenefas con una ornamentación que simulaba saltos de agua. La zona media presentaba, a modo de cuadros, naturalezas muertas, un tipo de composición habitual en la decoración de los comedores romanos. Estos motivos pueden ser símbolos de hospitalidad y homenaje a los invitados, o quizás ofrendas a una divinidad.

Tablinum

Esta es la sala de representación y de recepción del propietario, donde podía desarrollarse el ritual cotidiano de la salutatio, que consistía en la visita de las personas que querían contar con el apoyo político o económico del dueño de la casa. Por ello, la estancia se convierte en un símbolo de la situación económica y social de la familia, motivo por el que se decora con magníficos pavimentos y bellas composiciones pictóricas.

En una parte de esta sala se abre un pequeño espacio de culto dedicado bien a los dioses domésticos (larario) o las imágenes de los antepasados que recibían un culto familiar (sacellum)

La Calzada

Este tramo de calzada, presentada como es habitual con grandes losas irregulares de caliza gris, corresponde a un kardo, calle que discurriría en dirección norte-sur. A ambos lados de la calzada se sitúan las aceras, delimitadas por bordillos de piedra arenisca.

La anchura de la calizada es de 4,50 metros, en la parte central transcurre de forma subterránea la cloaca principal de la calle, donde van a desembocar sendos desagües procedentes de las dos viviendas.

La red viaria distribuía el tráfico rodado por la ciudad y habitualmente estaban atravesados a trechos por unos bloques de piedra colocados de forma discontinua que permitían el cruce de los peatones e impedían que los vehículos alcanzaran una velocidad excesiva.

En el caso de Carthago Nova, su trazado se vería muy influenciado por la orografía debido a las cinco colinas existentes en el interior de la ciudad.

Calzada posterior

La calzada posterior está situada en la parte trasera de la Domus de la Fortuna. Por ella se accede al interior de la vivienda a través de dos peldaños que salvan el desnivel entre la calle y la parte posterior (posticum) de la casa, dando paso a un corredor con pavimento de mortero decorado con teselas.