Se trata de un excelente Museo situado en el Monasterio de Santa Ana del Monte. Posee una colección de cuadros de caracter religioso, entre las que podemos encontrar pinturas del siglo XVI de la Escuela de Juan de Juanes.
Dispone de una Sección de Arqueología y de una Sala Misional con objetos de América Central, Asia y otros lugares. Destacamos, de forma llamativa, la colección de Rosarios -una de las mayores colecciones de Rosarios del mundo- , la de Crucifijos -de las mayores de España- o la imagen de Cristo en madera de ciprés policromada tallada por Francisco Salzillo. También podemos observar objetos de la vida cotidiana conventual de otro tiempo.
El museo es una auténtica sorpresa para el que lo visita. Podremos admirar los objetos más inverosímiles y curiosos que podamos imaginar, desde las más extrañas donaciones hasta auténticas obras de arte, cuadros, tablas polícromas que pertenecieron a bellos retablos, sorprendentes recuerdos de América Central, el Belén del convento, una maqueta de Jerusalén, objetos de la vida cotidiana conventual, y un largo etcétera que no tiene equiparación alguna.
También, dentro del horario de visita, podremos ver la celda de San Pascual Bailón o las ermitas del huerto, donde está la Ermita de la Santísima Trinidad, de planta circular, que tiene tres puertas, tres ventanas y tres altares, y donde se pueden decir tres misas a la vez y con una vela cada misa, caso insólito de la liturgia cristiana.
Entra las obras de arte que están dentro del claustro del convento encontramos:
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El Cristo de Lepanto, obra en marfil de 1571, y que según la tradición lo llevó Juan de Austria en su barco en la batalla de Lepanto y lo regaló al convento el marqués de Villena en los años que estuvo allí de reposo.
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El cuadro del Cristo de la Contemplación de finales del siglo XVIII, de la escuela valenciana, por algunos atribuido a Juan de Juanes.
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El cuadro de María, Madre de la Divina Gracia (Nuestra Señora de Gracia), del mismo estilo que el anterior y donado al convento por la misma persona. Además un nutrido número de lienzos de los más diversos estilos y escuelas adornan los pasillos de las celdas del convento.