Durante el período de romanización, desde el siglo III antes de Cristo hasta el V después de Cristo, el cerro del Castillo fue ocupado por una población, en principio pequeña, ya que durante los primeros siglos las condiciones de paz en el valle del Guadelentín favorecieron el poblamiento de esta zona.
Durante estos siglos (siglos. II a.C y III d.C) el poblamiento se extendió a lo largo del valle, crecen las explotaciones agrícolas y florece el comercio; el cerro del Castillo debió quedar prácticamente despoblado u ocupado por una población residual.
Sin embargo, Durante el período de la Antigüedad Tardía (s.III-V d.C) las condiciones políticas y económicas sufrieron un brusco cambio; el cerro fue ocupado desde la desintegración del mundo romano hasta la llegada de los árabes.
A medida que el Imperio Romano comienza su deterioro, y la situación política y social se volvió inestable, la población que se había desplegado por toda la llanura comenzó a refugiarse en el cerro, buscando la protección de su escarpada pendiente y desarrollando prácticamente todas las actividades económicas, de subsistencia, en el propio cerro.
Las estructuras conservada de este período son más numerosas que las fases anteriores; en muchos casos, los muros de las posteriores construcciones medievales están construidos reaprovechando las estructuras tardoromanas fosilizando los espacios anteriores.